Siempre es tiempo de sentir el viento en la cara y que se humedezcan los ojos.
Esa necesidad de salir afuera es la que siempre nos trae adentro. Esto empieza para simplemente contar lo que podría quedar para el viento, para no olvidarme lo que mañana podría ser canción, para no ser directo, para llorar como la lluvia, para reír como nadie y terminará para ser olvidado, como todo.
El viejo viento nos trae y nos lleva para contarnos poco y nada y eso, ya es mucho.
Te encanta hacerme pensar me parece, te quiero mucho.
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